Lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas.

Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos.

El orgullo de los humildes consiste en hablar siempre de sí mismos; el orgullo de los grandes, en no hablar de sí nunca.

Temprano en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Elegí lo primero y no he visto razón para cambiar.

Hay personas a quienes quiero, valoro y aprecio con gran intensidad, por desgracia, el único quien lo sabe soy yo.

Sentirse libre no es lo mismo que serlo, que vivirlo y tener la responsabilidad, el respeto y el aprecio para lograrlo.

Las buenas amistades sólo mueren en el olvido de quien no las sabe apreciar. . . Que el olvido sea nuestro mayor enemigo y el aprecio nuestra mejor arma.

Al afecto se debe el 90 por ciento de toda felicidad sólida y duradera.

Muchas personas pasan por nuestra vida pero sólo muy pocas llegan a ocupar un gran lugar en nuestro corazón.

El verdadero cariño no es el que perdona nuestros defectos, sino el que no los conoce.

Las heridas que te causa quien te quiere son preferibles a los besos engañadores de quien te odia.

El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado.

Sólo a fuerza de favores se conquista a los espíritus mezquinos. A los corazones generosos se les gana con afecto.

Jamás rendirse! No importa cuántas veces falles, lo importante es que jamás te des por vencido y que vuelvas a intentar hasta conseguir lo que deseas.

No hay sentimiento más satisfactorio que alcanzar lo que siempre quisiste por tus propios medios.

No importa cuán grandes son las metas, lo que se siente cuando las consigues es indescriptible.

Si tu meta es verdadera, te veras haciendo absolutamente todo lo que puedas para poder alcanzarla.

Perseverancia es una de las palabras clave para lograr nuestros objetivos; nunca te des por vencido.

No olvidemos nunca reír. Una gran sonrisa puede hacer cosas extraordinarias.

El resultado de las cosas que hacemos depende de cuánto valor y empeño le hayamos puesto.

No importa lo que quieras ser o hacer, solo sigue adelante siendo fiel a tus sueños.

Cuando todo sea negativo debemos mantenernos firmes en nuestros propósitos, sin dejarnos vencer.

Si las cosas se quieren de verdad, entonces se pueden
conseguir aunque demanden esfuerzo y sacrificio.

No importa cuánto esfuerzo tengas que hacer, recuerda que siempre habrá un desenlace al final y este será gratificante.

Si se está pasando por momentos difíciles, hay que tener en cuenta que todos pasamos por esto y es importante ser fuerte y decidido.

Hay que mirar hacia el futuro sin pensar mucho en el pasado.

Para triunfar en la vida, no es importante llegar el primero. Para triunfar simplemente hay que llegar, levantándose cada vez que se cae en el camino.

Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.

Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.

Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.

Hay un pasado que se fue para siempre pero hay un futuro que todavía es nuestro. 

El futuro está oculto detrás de los hombres que lo hacen.

Cuando pierdes, no te fijes en lo que has perdido, sino en lo que te queda por ganar.

Si quieres triunfar, no te quedes mirando la escalera. Empieza a subir, escalón por escalón, hasta que llegues arriba. 

Para empezar un gran proyecto, hace falta valentía. Para terminar un gran proyecto, hace falta perseverancia.

Cada fracaso supone un capítulo más en la historia de nuestra vida y una lección que nos ayuda a crecer. No te dejes desanimar por los fracasos. Aprende de ellos, y sigue adelante.

Si no te esfuerzas hasta el máximo, ¿cómo sabrás donde está tu límite? 

 

 

Conserva bien lo tuyo y no codicies lo ajeno. Si tal haces, nada podrá impedirte el ser dichoso.

Al pobre le faltan muchas cosas; al avaro, todas.

Dos gorriones sobre la misma espiga no estarán mucho tiempo juntos.

La avaricia es un continuo vivir en la pobreza por miedo a ser pobre.

Quien busca lo no perdido, lo que tiene debe perder.

Es una gran locura la de vivir pobre para morir rico.

¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.

El que tiene mucho desea más, lo cual demuestra que no tiene bastante; pero el que tiene bastante ha llegado a un punto al que el rico no llega jamás.

De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma.

No es la pobreza la que aflige, sino la avaricia; así como no son las riquezas las que preservan de todo temor, sino la razón. 

Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.